Una caja de herramientas limitada por el tiempo
Se podría pensar que la mejor caja de herramientas es aquella que tiene todo lo necesario para reparar un objeto dañado, para solucionar un problema o para empezar a construir algo nuevo; pues sí, así es, solo que no estamos hablando de un elemento plástico que adquirimos en una tienda sino de nuestro cerebro. Parece que, con los años, hemos permitido que este motor de creatividad sea desplazado por la tecnología. Sin embargo, estamos a tiempo de corregir y continuar avanzando.
Nos encontramos en una era, en la que parte de nuestras inversiones están enfocadas en la adquisición de aparatos electrónicos que facilitan la ejecución de nuestras actividades. Para ello, somos capaces de proponernos un plan de ahorro o de solicitar un préstamo a N cantidad de cuotas para tener ese aparato lo más pronto posible. Una vez lo tenemos en las manos, nos dejamos absorber por estos hasta perder por completo la noción del tiempo. Cuando despertamos, hemos recorrido dos cuadras más, estamos haciendo trancón e incluso nos hemos perdido de una grata conversación entre amigos y familiares. Lo mismo pasa con los niños, con estos aparatos, ellos pasaran a un estado de quietud deseable (en determinadas ocasiones), empezaran a recibir comida hasta terminar (mientras ven su programa preferido) y así, el tiempo se convertirá en el encargado de dar la hora y no en lo que realmente significa; el medidor de la optimización de su talento.
Con este artículo, queremos invitarlos a retomar esos hábitos que alguna vez disfrutamos y que hoy, por el afán, la cantidad de cosas que nos proponemos cada día y la escasez de tiempo que sentimos, dejamos pasar. Queremos que nuestros niños le devuelvan la vida a sus juguetes, que vuelvan a crear mundos de fantasía que se transformen y se reconstruyan con el tiempo, donde los juguetes toman personalidades, asumen roles y acompañan de manera permanente a sus dueños. Es más, queremos que nuestros niños vuelvan a leer libros, a colorear, a compartir, a divertirse entre amigos y mejoren sus habilidades de socialización.
Pero ¿cómo lo podemos lograr si ya no hay tiempo para ello? Claro que lo hay y siempre lo ha habido. Lo que pasa es que no le hemos dado su lugar. Nuestros niños están en creciendo en un mundo rodeado por la tecnología, pero podemos complementar esos aprendizajes a través de nuestro acompañamiento. Apaguemos los celulares y tomémonos el tiempo de jugar y crear con ellos, de pintar, de leer y de disfrutar de cada etapa de sus vidas. Si ya lo haces, ¡Súper! Conviértete en divulgador de esos hábitos y ayuda a que otros papás y mamás le den espacio a esos gratos momentos que el tiempo siempre ha estado dispuesto a ofrecernos.